samedi 30 mai 2009

Camino del Norte: primera etapa

Camino del Norte – 1a etapa Mataró- Tordera
(en realidad la llegada fue a Sant Iscle de Vallalta)
En la estación de Mataró, somos ocho hoy para la primera etapa: Rafael y sus dos hermanas Flor y Ameli, Angel y Carlos los caminantes empedernidos que quieren hacer un tramo del camino de Santiago al principio de agosto, Alex que participa de las caminatas desde hace poco, José con quien había coincidido en la caminata de Sabadell a Montserrat pero que por hacerse daño al principio tuvo que renunciar y yo que reanudo el “andar” despues de 3 meses bajo el sol de Brasil poco propicio a unas largas caminatas.
En Mataró, a orillas del mar está un arco de hierro en el que constan todos los lugares por donde se pasa antes de llegar al Canigó y de allí se empieza el camino pero primero hay que cruzar una parte de la ciudad, pasar por una avenida con edificios en su lado izquierdo antes de llegar al GR 83 de tierra que arranca entre unos tinglados , luego sigue entre unas casas con huertos e invernaderos. En aquel punto, nos va a empezar a seguir un pastor alemán muy joven, que aparentemente no conoce gran cosa del mundo y se assutará mas de una vez de los encuentros con los de su familia canina. El camino despues empieza a subir un poco , la vegetación se hace mas silvestre, todavía se pueden observar y aguentar algunas huellas de la modernidad entre los VTT y las motos-cross que como siempre se creen las reinas del mundo. Pero luego el camino se hace más estrecho y menos practicable y con eso acabamos recuperándolo para nosotros solos. Segun el ritmo ,vamos caminando y conversando con el uno con el otro. Hora del bocata: paramos delante de una pequeña iglesia cerrada cuya puerta de hierro está adornada con un ramillete de flores secas, el tiempo de intercambiar con el caminante solitario almorzando tambien , conoce poco del GR-83 por haber hecho sólo un tramo. El cielo está medio nublado, la temperatura fresca, ideal para caminar.
Llegamos a una zona de bosque, el camino se hace más ancho, de los que no le gustan mucho a Flor por no tener el encanto de los senderos estrechos, medio escondidos. A mí me parece que resulta más cómodo cuando se trata de recorrer muchos kilometros como lo vamos a hacer hoy. Si se acelera el relato, quedan grabadas en la pupila las muchas flores que alegran la vista, al borde del camino, fragiles como los miosotis o mas robustas como las retamas y en los arboles, como los saucos; al oido llegan los cantos de los pájaros, invisibles que parecen contestarse de un árbol al otro. Vemos tambien muchos alcornoques con sus troncos pelados de un ocre anaranjado que, a un metro de altura, vuelven a tener su corteza original entre gris y marrón de dibujos torturados. Nos perdemos Sant Miquel de Mata, el GR lo contorna.
Todavía falta más de una hora para llegar a Sant Martí de Montnegre cuando nos paramos para el pique-nique despues de pasar una urbanización con un trozo de asfalto. Los troncos que nos sirven de asiento son un poco pegajosos de savia. El perro mueve la cola, le hemos dado de beber, de comer sin darse cuenta que estamos pensando en dejarle en algun sitio. José ha intentado convencer a su mujer por móvil pero parece que no da resultado.
A punto de llegar a Sant Marti, cuando ya se empieza a notar el cansancio, surge el dilema en un cruce de caminos entre seguir hasta la ermita y luego tener que caminar en una parte asfaltada (poco interesante asegura Rafael) para llegar a Tordella o coger el GR-92 que va bajando hacia el mar, despues de una breve conversa entre los especialistas, dado que Rafael piensa que es más agradable y menos lejos la opción 2, nos decidimos por ir hacia la costa pero se hace interminable el camino, estamos en un corazón verde, un verde denso por todos lados sin ninguna señal de vida humana, en el horizonte no se divisa el Mediterráneo sino un mar verde de arboles, nos dicen que hay poca subida pero no paramos de subir y cuando parece que hemos llegado a un rellano , a los pocos metros se sube otra vez, parece que el estado de ánimo está vacilando y que muchos de nosotros estamos ya hartos, los 6 km se hacen eternos, ningun pueblo a la redonda y poco a poco Rafael nos va explicando que , en realidad, una vez en Sant Iscle, tendremos que subir otra cuesta y bajarla despues para alcanzar Calella. Carlos propone acabar la parte andada en el pueblo y de allí buscar un medio de transporte que nos acerque a una estación. Rica idea, por fin nos sentamos a la terraza del bar del pueblo delante de una cerveza fresca, no se acaba la aventura aquí, el último episodio es encontrar un taxi que nos venga a buscar con la agravante que está a punto de empezar un partido del Barça y se hacen muchas llamadas a los pueblos alrededor antes de topar con el taxista dispuesto a trabajar un domingo a la tarde que pasa delante del bar sin parar 20mn más tarde pero da la vuelta y todo se arregla. Ha sido cansativo,(habremos andado 35 km o quizás más)p ero muy guapo como para sentirse contento.